viernes, 21 de mayo de 2010

El escarabajo egipcio

En la ciudad de Heliópolis, hace 5.000 años ya había sido expuesto el mito de la creación.
En el papiro Bremner Rhind el propio Ra dice:
"En los comienzos existía el Nun, un inmenso vacío acuoso que contenía los gérmenes de la vida. De allí se engendrarían todas las criaturas que existieron y existen en perpetua continuidad en este planeta". De ese océano sin fin surgieron los primeros montículos de roca donde se manifestaría Ra, el hijo de Nun.
Cuando las nubes se disiparon y los rayos del Sol llegaron hasta la superficie acuosa y las rocas secas entonces el "Ser" vino a la existencia. Jepri (Khepri), el dios Sol, autocreado, símbolo de la vida eterna, era la imagen de la constante transformación de la existencia en la mitología egipcia. Jepri se creaba a sí mismo cada mañana, renaciendo como nuevo Sol, por eso fue vinculado con Atum. Como símbolo de la vida eterna, era el Sol de la Mañana, una de las manifestación de Ra. Según los Textos de las Pirámides, el planeta Tierra era un escupitajo del dios Jepri.

Simboliza el principio de las transformaciones que experimentan los seres vivos, desde que nacen hasta que fallecen, incluso de su renacimiento si superaban las pruebas en la Duat (el Más Allá). El principal santuario del escarabajo sagrado estaba en Iunu (Heliópolis), cerca de El Cairo.

El escarabeo, utilizado en los rituales funerarios, fue uno de los amuletos más populares del Antiguo Egipto.

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